Irse del país implica una cantidad inagotable de experiencias personales, una de tantas es querer conocer el país de dónde venimos ya que estamos lejos, una gran ironía en realidad, como me decía un amigo alejarse para acercarse. Y es en ese acercamiento mismo donde nos damos cuenta de los detalles que como sociedad estamos tan acostumbrados pero que lo vemos como un comportamiento tan normal, la tal “Idiosincrasia paisa”.
El DRAE en su edición del 2001, define el término “idiosincrasia”, como rasgos, temperamento, carácter, etc., distintivos y propios de un individuo y de una colectividad. Cabe preguntarse entonces, a cuáles hábitos nativos se refiere el temor expresado en el editorial en cuestión.
Los paisas somos habladores , egocentricos y“vivos” en forma extrema, detesto enormemente esa frase “El vivo, vive del bobo”, esa puesta del “vivo” como el mejor, el sobrador, el que todo lo sobrepasa por el que sea, "La envidia es mejor despertarla que sentirla" como me decía una gran amiga "Convirtieron al que despierta la envidia en un objetivo militar de odios y resentimientos...horrible y peligroso sentirla y despertarla porque con base en ese sentimiento se destruye a una persona".Somos una sociedad tan competidora, regionalista, traicionera, a lo que nos convenga, buscando la caída del otro, sin mirarnos a nosotros primero, como todo buen paisa "le echamos la culpa al otro", miramos desde el ojo del otro, no hay más alla no vivimos, porque " esque la vida es muy dura papito y hay que ser berraquito" .
Es muy común que como colombiano extranjero te estigmaticen por la droga, una vez tuve una experiencia con una señora que no lo hizo, por el contrario me habló tan bien de mi país, que me dió mucha alegría, hablamos de Bogotá, de san Andrés, de Medellín, de Cali, pero terminó diciéndome una triste realidad “Que triste que ustedes se están matando entre ustedes mismos” me dijo. Qué triste, si, muy triste que no somos una comunidad, somos tan tercos como las mismas mulas, tan soberbios y egocéntricos, tan animales, impulsivos, agresivos, pero como decía en un principio, estamos tan acostumbrados a ello que lo vemos tan normal y tan bueno que hasta un punto llegamos en convertirnos en ser seres tan vacíos, tan pocos de espíritu que damos asco.
Finalmente, si hacemos un balance, habría que reconocer que la “idiosincrasia paisa” incluye muchos hábitos que requieren ser superados, si de verdad queremos avanzar, ser escuchados y dar un salto cualitativo mucho más allá del modelo que tenemos impuesto un tanto egoísta (valga la redundancia en todo el texto) debemos centrarnos en el humanismo, en el respeto a la naturaleza. Si así lo queremos debe ser un proceso de educación colectiva, donde la responsabilidad, la honestidad, la justicia, el trabajo, la democracia, el respeto a las personas y a las normas democráticamente establecidas sean valores indispensables. Donde se apoyen los nuevos proyectos sanos y serios, donde no dejemos morir ni callar nuestras voces a nuestros hermosos sueños e ideales de que todo sea por igual, donde no nos olvidemos del otro, de mi hermano y que el otro existe porque yo existo también.
Juliana Cuervo Muriel
9 DE NOVIEMBRE DE 2010
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